miércoles, junio 28, 2006

La ley de igualdad



Según parece, la nueva Ley de Igualdad aprobada por el gobierno español, establece la obligatoriedad de conseguir que en los procesos electorales, en los órganos de gobierno y en los consejos de administración de las empresas haya no menos de un 40% de mujeres y no más de un 60%, vamos, que la cosa esté equilibrada entre sexos.

Comprendo que la mujer ha tenido vetados muchos puestos de trabajo en épocas pretéritas, y es posible que ahora también (lo ignoro), pero dudo que este tipo de medidas favorezca en nada el acceso de la mujer a esos puestos de responsabilidad.

Tampoco entiendo por qué razón la paridad se requiere para este tipo de puestos de responsabilidad y no para otros oficios y cargos. ¿Por qué tiene que haber una composición equilibrada en las listas electorales y no en la plantilla de albañiles de una empresa de obras públicas? ¿Por qué ha de existir similitud en el número de subsecretarios y subsecretarias de los ministerios y no se requiere que en el Ahorramás haya semejante número de cajeros y de cajeras?

Se me ocurre pensar que esta ley parece favorecer únicamente a las mujeres de cierto nivel cultural, económico o, cómo no, con buenos contactos y amistades. ¿Nadie va a solicitar paridad en el mundo del taxi?

La igualdad de oportunidades está muy bien, pero de ahí a la sandez de tener que estar pendiente del sexo del que se va o del que viene para poder mantener el equilibrio sexual, va un abismo.

Puestos a igualar, ahora habrá quien solicite que, además del mismo número de hombres y mujeres, haya equilibrio (atendiendo a las proporciones existentes en la sociedad, claro) entre calvos y peludos, entre homosexuales y heterosexuales, entre altos y bajos, entre avispados y lerdos, etc.. La variedad de parámetros por los que catalogar al ser humano es tan grande que intentar el equilibrio total se convertiría en una empresa imposible.
Es bello querer alcanzar la justicia total, pero como nadie sabe qué es eso, es tontería intentar hilar tan fino como parecen hacerlo nuestros actuales gobernantes.

Un meneíto para apoyar a ZP con su nueva ley.
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domingo, junio 25, 2006

ZP no interesa, hablemos de Linux

Leyendo el blog de Fernando Díaz Villanueva he comprobado que un artículo suyo crítico con el Linux despertó gran polémica y múltiples comentarios insultantes. El caso es que, como Libertad-Diodenal es un foro en el que el insulto (elegante y desenfadado) forma parte de nuestro discurso, he decidido unirme a las críticas, no al Linux, que seguro que es un sistema operativo fabuloso, sino a los que, siendo tan ignorantes como yo de ese sistema, son fanáticos del mismo (el fanatismo siempre es malo).

Como muchos de vosotros sabréis (no en vano bastantes os dedicáis al ingrato mundo de la informática), cada vez se oye más eso de “el Windows es una mierda, yo prefiero el Linux mil veces más porque es muchísimo más estable”.

Es probable que algunos enuncien la frase con conocimiento y fundamento, pero a veces se oye este comentario a personas que no han instalado jamás el Linux y que, por supuesto, no tienen ni idea de sus bondades o deficiencias. Sólo saben incordiar a su denostado Windows (en el de casa, en el del trabajo y en el de todos los que caigan en sus manos) instalando un salvapantallas nuevo cada día, o descargando paquetes de iconos animados del MSN para “alegrar” a sus pobres interlocutores llenando la pantalla remota de labios besucones o de todo tipo de bolas con cara de persona haciendo piruetas.

¿De verdad sabe esa gente lo que es un sistema estable? Me da la impresión de que estos “expertos” serían capaces de desestabilizar hasta los ordenadores de la NASA. Su desmedida afición a instalar programas inútiles pensando que su maravilloso antivirus (cuya licencia caducó tras los dos meses de promoción) impedirá que se cuele cualquier agente patógeno, es una de las razones por las que su “maligno Windows” parece tan mal sistema.

No sé si ya existen virus para Linux, pero en el momento en el que se masificase su uso, creo no equivocarme pronosticando su proliferación y, llegado el caso, lo que ahora se critica de Windows, comenzaría a hacerse extensivo al sistema del pingüino.

Mi crítica no es para quienes tienen una opinión favorable al Linux basada en un buen conocimiento del mismo o por su defensa del sofware libre, sino para todos aquellos que se apuntan al carro por esnobismo o porque detestan al señor Gates por ser millonario (¡Qué mala es la envidia!).

Y ahora espero recibir insultos y agrias críticas que serán respondidas con la elegancia y saber estar que caracterizan a la directiva de Libertad-Diodenal.

domingo, junio 18, 2006

El polémico brindis




Leo en El Mundo y en LibertadDigital sendas informaciones sobre un brindis propuesto por el General Alfredo Pardo Santayana con motivo de la celebración del XXIII día del Alcázar (del de Segovia, no de aquel periódico que “decía lo que otros callaban”).

El brindis se propuso “por el Rey Don Juan Carlos como garante de la unidad de España ante un posible riesgo de división territorial”. Realmente no se ha dicho ninguna falsedad. Según el artículo octavo del título preliminar (acabo de documentarme. No creáis que me sé la constitución de memoria):

“Las Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional.”

Y, según el artículo 62 del título segundo (esto me ha costado más encontrarlo), una de las misiones del rey es la del ejercicio del mando supremo de las Fuerzas Armadas.
Fusionando ambas cosas podemos sacar como conclusión que Su Majestad es garante de la soberanía de España y de su integridad territorial.

Es cierto que, quien ha propuesto el brindis es un general y que algunos pueden pensar (por comparación con épocas pasadas) que a alguien puede ocurrírsele sacar los tanques a la calle si alguna parte de España (si algún político de esa zona, respaldado por un buen puñado de personas) se empeña en conseguir la secesión de ese territorio.

Yo no creo que eso ocurra, pero acepto que alguien pueda interpretar así ese polémico brindis. Lo que no entiendo es que, gente que se escandaliza por esos comentarios que no dicen nada que no esté en la constitución, no tenga reparo en aceptar alianzas entre partidos que dicen respetar la constitución y grupos que reconocen abiertamente su independentismo y que no dejan de reclamar cosas que sí que quedan fuera de la constitución. Me refiero a la tormentosa convivencia del PSC con ERC (tormentosa, pero convivencia al fin y al cabo).

Como diría Don Federico Jiménez-Losantos: “En fin...”.

P.D.-Unos meneítos para que el campán del brindis espumee.
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jueves, junio 08, 2006

Desencanto laboral

Hay un buen lote de temas sobre los que hablar hoy: Las manifestaciones en Madrid de las víctimas del terrorismo y la de celebración de la nueva ley de identidad sexual, la muerte de Al Zarqaui, la posible salida de Gotzone Mora del PSOE, etc.. Pero no voy a hablar de nada de eso, hoy me apetece lanzar una pregunta a quienes deambulen por aquí:

¿Hay alguien que se sienta a gusto con su trabajo? ¿Existe el trabajo perfecto (y no me refiero a esos en los que te pagan por no hacer nada)?

Yo llevo trabajando desde el año 1992 en este insoportable mundo del desarrollo de aplicaciones a medida para grandes clientes (bancos sobre todo). Se les prometen maravillas (muy caras) y les damos basura (más cara aún que la maravilla prometida).

La evolución en este mundo informático suele ser algo parecido a esto:

-Programador junior: El sueldo suele ser una mierda (¿12.000 €?) y ves como casi todos los que están por encima en el escalafón simulan saber mucho cuando saben poco o nada.

-Programador senior: Para poder mantener un sueldo cutre durante más tiempo, al programador junior lo ascienden a senior diciéndole que se valora muy positivamente su trabajo y que ya se le puede dar mayor responsabilidad.

-Analista programador: ¡Por fin hay una subida salarial (¿o no?)! Con esta categoría algunos llegan a ganar 18.000 €. Los que tienen programadores a su cargo pueden comenzar a sentir el gozo de delegar todas sus tareas en ellos, pero también hay pobres diablos a los que esta categoría les implica hacer el trabajo del analista y el del programador (algún sentido tenía que tener ese nombre compuesto).

-Analista orgánico: Casi nadie sabe la diferencia entre esta categoría y la de analista funcional, pero el hecho de no existir la palabra “programador” en este noble título hace que algunos cambien de compañías y de forma de hablar. ¡Ya se puede sentir el orgullo de dirigir un grupo de personas!

-Analista funcional: Este cargo implica, como se suele decir hoy en día, un “salto cualitativo” en la “carrera profesional”. El analista funcional (también llamando “analerdo” por la cota de necedad que se llega a alcanzar en este puesto) es un puntal en todo gran proyecto. Él es el que debe extraer el conocimiento funcional del negocio que se va a informatizar. Esta labor le permite adquirir una experiencia valiosísima en el arte de las reuniones. Como sabéis, no hay nada que mole más en el entorno laboral que tener muchas reuniones (cuanto más tiempo pase una persona “reunida” más importante será).

-Jefe de proyecto: Este puesto tiene un nombre sonoro y vistoso, pero debo reconocer que su labor es de lo más ingrato (a pesar de que este cargo suele estar bastante bien remunerado). La misión de un jefe de proyecto no es otra que la de planificar las tareas del proyecto para, irremediablemente, constatar que ninguna previsión se cumple (lo de “ninguna” no es exageración).

Cuando se acerca la fecha de uno de los “hitos” previstos (con claros indicios de incumplimiento), el jefe de proyecto tiene que reunir a todos los miembros del equipo para pedirles que se “involucren” más en el proyecto. Siempre explican que la planificación estaba hecha del modo más optimista posible. Que al tiempo necesario para llevar a cabo el desarrollo (tiempo obtenido por medio de conjuros esotéricos) se le aplica siempre un factor de corrección (factor “nerd”) que da como resultado un periodo más que holgado para llevar a cabo todas las tareas planificadas.

-Gerente: Podría pensarse que un jefe de proyecto sería suficiente para liderar con éxito un proyecto informático, pero no es así. Las llamadas de éste a la involucración siempre son desoídas por la “tropa” (a veces hay algún analista pelotilla que se “involucra” hasta altas horas de la noche, pero se pasa el rato navegando por Internet, chateando con el MSN o incordiando a los programadores con su necia conversación), así que es necesario contar con la figura del gerente. El gerente es la persona que impone respeto. Es aquel que, cuando se acerca, hace que todo el mundo cierre el Internte Explorer y ponga en primer plano la herramienta de desarrollo de turno. Es aquel que pregunta: “¿Qué tal va el proyecto?” Y al que se responde: “Estamos en ello”.

El gerente también convoca reuniones, pero él no pide involucración: la exige. Él marca la hora más temprana de salida (de la de llegada nunca se habla).

En fin, el gerente es necesario y, como no suele ser un personaje querido, se compensa la falta de afecto con un sueldo bastante más elevado que el del resto de los “involucrados” en el proyecto.

Y, ya para terminar, os diré que yo me he quedado en el escalón de los “analerdos” y lo que hay por encima no me atrae nada de nada. ¿Alguien sabe cómo apearse de este tren y dónde coger otro más atractivo?

domingo, junio 04, 2006

La marea republicana



Parece que últimamente, allá donde van los Prícipes de Asturias (Felipe y Doña Leti), son seguidos por una trouppe de “fans” que portan banderas tricolor mientras profieren gritos de “apoyo” a sus Altezas.

En el blog Herramientas para el Debate, Ángel Guillén (persona con la que he tenido el gusto de trabajar hace no mucho) firma un artículo en el que habla de la marea republicana que parece estar desencadenándose y creciendo día a día. Me he permitido responder a su artículo con esta parrafada que transcribo para vuestro deleite... O pesar (nunca se sabe el efecto que se puede causar):

¿De verdad crees que el hecho de tener un Jefe del Estado elegido democráticamente cambiará mucho las cosas? Que conste que la monarquía parlamentaria me parece una gran necedad, pero poner a un presidente de la República al estilo francés no creo que vaya a resolver de un plumazo el problema de la vivienda, el de la precariedad laboral, el de la seguridad, o cualquier otro que se nos ocurra.

Pensar eso me parece algo así como atribuir poderes taumatúrgicos (esta palabra pedante tiene que ver con la capacidad para realizar milagros) a una persona por el simple hecho de haber sido elegida en las urnas.

Insisto en que me parece algo totalmente arbitrario y carente de sentido el que el puesto de Jefe del Estado sea hereditario para una familia determinada (ciertamente es una gran sandez) pero, de momento, no creo que derrocar al rey sea una prioridad. De todos modos, tampoco me parece prioritaria la creación de naciones, realidades nacionales y todas esas zarandajas en las que se pierde el tiempo últimamente, así que, a lo mejor es que tengo un problema y mis apreciaciones sobre lo que es necesario y lo que son simples majaderías y paripé político, son erróneas y fruto de vivir en este mundo sin enterarme de lo que realmente necesita la gente.

Puede ser que el Rey y la familia Real sean una rémora para España, pero un Presidente de la República y su familia, tal vez fuesen tan gravosos como nuestros nobles representantes.

No negaré que, gracias a ZP, el republicanismo está renaciendo y extendiéndose, pero me temo que, más que una convicción meditada de los que defienden esa postura, es un producto del constante enaltecimiento mediático de nuestra Segunda República que, sin duda, tuvo cosas buenas, pero, como ocurre con todas las cosas humanas, también tuvo su parte negativa.

Es cierto que la marea republicanista crece día a día, pero permítaseme poner en duda que las aguas de esa marea estén compuestas por ideas bien fundamentadas. Es una marea propiciada (eso creo yo) por la insistencia de unos cuantos voceros que repiten una y otra vez la misma cantinela a montones de personas que, como me ocurre a mí mismo, repetimos como papagayos lo que nuestro ídolo político del momento, o nuestro cantante o actor favorito, pregonan
.

La fama bien vale un meneíto.

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jueves, junio 01, 2006

Castigos y premios en el entorno laboral

Un grupo de unas cuarenta personas estamos desarrollando algo que en el argot informático se llama “proyecto”. Un proyecto, habitualmente, es un plan bien definido en el que se indica el objetivo a conseguir, las técnicas a utilizar, los pasos a seguir, las personas que lo desarrollarán y los tiempos aproximados de cumplimiento de las tareas que lo conforman. Pues bien, en el mundo del desarrollo de aplicaciones informáticas para clientes necesitados de modernizar sus sistemas computacionales, lo que se entiende por proyecto es algo así como la exposición de una idea magistral (rayana en lo fantástico), acompañada de un detalle tan preciso como arbitrario(cuando no falso) de las tareas a llevar a cabo y las personas encargadas de ello.

Baste ese rollo para indicar que, según lo planificado, a estas alturas del año tenían que salir de nuestro grupo cuatro personas para ser reubicadas en otros proyectos necesitados de grandes profesionales como los que se han forjado en este equipo de éxito (que no consigue culminar sus tareas porque todo es mucho más complejo de lo que se cree).

El viernes pasado avisaron a nuestros cuatro elegidos de que el lunes no tendrían que volver a calentar la silla de su destino habitual sino en algún otro lugar necesitado de su alto valor profesional (tanta prisa por el desalojo asusta).

Esto creó algún que otro malestar (mi caso fue traumático porque me apartaron del gran “Cuesco”, la otra parte del dúo humorístico “Sarro y Cuesco” del que soy miembro fundador), pero no se desencadenó motín ni rebelión alguna. Algunos, como gesto de duelo, dejamos una silla vacía a la hora de comer en memoria de quienes nos habían acompañado en ese relajante momento de la pitanza en tantas y tantas ocasiones (generando hilaridad con su natural jocosidad).

Hoy, transcurridos cuatro días de los hechos, ha habido reuniones con las personas responsables del grupo en las que se nos han explicado las razones de aquellos cambios y se ha aprovechado para decirnos que, como somos buenos y responsables, podremos hacer nuestra preciada jornada intensiva veraniega (nuestro buen criterio nos dirá cuándo deberemos prolongar nuestra jornada para llevar a buen puerto nuestras tareas) . Este gran logro, por supuesto, se ha conseguido gracias a una dura negociación (esto lo supongo yo) con los grandes regidores de los destinos de nuestra gran compañía que, con toda probabilidad, gozarían si regalásemos nuestro tiempo para conseguir las inalcanzables metas que se nos proponen (son inalcanzables porque, sencillamente, se alejan día a día con cada cosa nueva que descubrimos que hay que considerar y no se consideró).

Me encanta ver cómo la gente se apropia de algo que no es suyo para luego intentar quedar bien devolviéndoselo a su legítimo propietario. En mi contrato se dice que tengo jornada intensiva en determinadas fechas y que, por necesidades del servicio se podrá anular ésta a cambio de su pago, pero en ningún lado se dice que nadie pueda arrebatarme unilateralmente eso que es mío sin contraprestación alguna.

Esto de la jornada intensiva es un chollo para muchos líderes: Castigan quitándola o premian dándola. Quitan o dan lo que no es suyo ¡Qué cosas!