lunes, octubre 30, 2006

Risto, el juez malvado de OT



Este año le han querido dar a Operación Triunfo un toque de maldad contratando para el jurado a Risto Mejide. Al parecer es un creativo o publicista o algo de eso. El caso es que, como podréis comprobar en el vídeo que preside el artículo de hoy, está claro que le ha tocado desempeñar el papel de malo. ¿Será por eso que no se quita las gafas de sol?

Como en la televisión casi todo es mentira (lo del “casi” es porque de vez en cuando sale Aznar diciendo cuatro verdades, aunque les pese a algunos), no sé si el simpático Risto se limita a interpretar el papel que le han encomendado o si, por el contrario, le han dejado plena libertad y, en el ejercicio de la misma, él opta por decir las típicas vaguedades (“no veo un producto”, “el artista es algo más”, etc.) y sandeces a las que, por cierto, asienten con gran pesar (supongo que también será fingido) los compungidos concursantes.

Sean parte del guión o producto de sus más íntimas convicciones, lo que hay que reconocer es que, un poco de crueldad siempre atraerá la atención del público, por lo menos de ese tipo de público, como yo, que busca algo de mala baba entre tantos abrazos, besos y lágrimas que, por no sé qué misteriosa razón, tanto se prodigan en esos concursos en los que hacen convivir a unos cuantos desconocidos.

¡VIVA RISTO! (¿Será tan necio como parece?)

domingo, octubre 22, 2006

Hablar por hablar

ZP, Gran Hermano, Pepiño, ETA, Chávez, Belén Esteban, Fernando Esteso, la España plurinacional, los slips, historias fecales… Realmente en este blog no hay variedad, siempre hablamos de las mismas cosas y, como ya toca cambiar de artículo de cabecera, me veo obligado a tratar algún tema original y, desgraciadamente, nada me viene a la mente.

Supongo que casi siempre hablamos de las cosas que nos sugieren los medios de comunicación que, nos guste o no, son los que nos dan pistas sobre lo que debería tener interés. Lo malo es que a mí hay cosas como las carreras de Fernando Alonso, el Masters de tenis, la Pasarela Cibeles o el partido Real Madrid-Barcelona que me traen al fresco, a pesar de lo mucho que parece interesar a tantas y tantas personas. En cambio, los debates con Pepiño (o con su alter ego) me encantan (que sepáis que no me publicó la última aportación que hice a su blog. Estoy muy dolido) y las historias de cuescos, “frenazos” (llamados pinceladas por algunos) y falta de control de los esfínteres, me resultan apasionantes.

Creo que con ese repertorio jamás podré conseguir que este blog tenga más de cincuenta visitas diarias (cuarenta de las cuales las hago yo para ver si alguien más ha entrado), así que no podré ganarme la vida con él y tendré que seguir dedicado a hacer el paripé con mi oficio de… ¡Qué sé yo cuál es mi oficio!

Tengo que reconocer que la vanidad me ha poseído y que siento un gozo indescriptible cuando veo que alguien distinto de mí (ya sabéis que muchos de los comentarios a mis artículos los hago yo mismo con identidades falsas) se digna a dejar un comentario (aunque sea insultante). ¡Me haría tan feliz que Pepiño Blanco dejase su impronta en Libertad Diodenal…! Pero ese es un sueño irrealizable.

Finalmente no he logrado hablar de nada original pero, por lo menos, he conseguido no tratar ninguno de los temas habituales y, gracias a Dios, tampoco he tenido que recurrir al socorrido tema del tiempo (eso lo dejaremos para el ascensor cuando haya que distraer la atención del resto de los ocupantes si se nos escapa alguna ventosidad involuntaria).

Me despediré al estilo de un gran profesional, y mejor persona, que conozco: ¡Paz!

sábado, octubre 14, 2006

¿Sometimiento sin muertes o libertad con riesgos?

Cada vez se repite más eso de que gracias al famoso proceso de paz o de diálogo (o de lo que se quiera) con ETA, llevamos más de tres años (o algo así) sin asesinatos por parte de los terroristas. Es difícil negar tal evidencia y es un gozo que no haya habido asesinatos, pero las amenazas parece que continúan y la violencia callejera se ha incrementado. Que pregunten a Gotzone Mora si ella ha notado en sus carnes la “pacificación”.

Está muy bien eso de que no haya muertes, es estupendo no tener que estar celebrando funerales cada semana o cada mes, es maravilloso que haya gente que ya no necesite mirar los bajos del coche cada vez que va a montarse en él. Todo eso es excelente, no obstante a mí todo esto me recuerda a esas situaciones que habremos visto en muchas películas en las que, si pagas a ciertos mafiosos no te pasa nada pero, como se te ocurra dejar de pagar la cuota, estás perdido.

Que yo sepa, ETA sigue sin renunciar definitivamente a la violencia, continúa reclamando la independencia de esa cosa rara llamada Euskalerría, muestra nula predisposición a ceder en ninguna de sus pretensiones, grita a los cuatro vientos que sin Navarra en la mesa de negociaciones no hay nada que hacer. Es verdad que, de momento, no mata pero ¿qué pasará cuando se harte de no conseguir que el gobierno ceda en todo lo que pide?

ETA no mata y el gobierno, poco a poco va cediendo alguna que otra cosa (posible reducción de penas a de Juana Chaos y a un par de “kaleborrokos”, presumible legalización de Batasuna en breve plazo y, Dios sabe qué más cosas estarán por venir). Pero, me pregunto yo, ¿hasta cuándo tendrá el gobierno que estar haciendo cesiones? ETA puede volver a matar cuando quiera y puede seguir presionando al gobierno de turno mientras no abandone las armas.

La vida humana es algo tremendamente valioso (aunque a uno le entran dudas sobre ello al conocer a ciertos degenerados), pero ¿es lícito, en aras de evitar muertes, coartar las libertades de la gente de bien para ampliar las de quienes quieren someternos? Es una pregunta de difícil respuesta y por eso la someto al criterio de nuestros simpáticos lectores.

domingo, octubre 01, 2006

Defensa del slip



Hoy no me apetece hablar de política (pero ya sabéis que podréis hablar de lo que os plazca en los comentarios a mi artículo de hoy), prefiero hacer una defensa del denostado slip. Tan mal visto está el slip que ni siquiera la Real Academia de la Lengua Española ha pensado en crear la palabra “eslip” para sustituir al vocablo inglés que utilizamos para nombrar a tan cómoda y práctica prenda.

No conocí la comodidad del slip hasta algo así como los siete años. En mi familia, hasta esa edad utilizábamos una prenda que podríamos llamar calzoncillo-braga que, como su nombre indica, es una prenda ambivalente. Podía ser usada tanto por un niño como por una niña. La ausencia del simpático “pentágono” que sirve de refuerzo en los slips clásicos era lo que le faltaba a aquella prenda uni-sex (nunca he entendido lo de uni-sex para calificar a las cosas que son para los dos sexos ¿no debería ser bi-sex?).

Reconozco que, debido a mis tendencias conservadoras (ya desde niño apuntaba hacia la derecha), me costó dar el paso del calzoncillo-braga al slip con pentágono pero, cuando por fin me introduje en uno de ellos y comprobé el secreto que albergaba aquel refuerzo pentagonal que lo decoraba, jamás me he separado de mis slips (salvo para comprobar la incomodidad de los calzoncillos tipo bóxer).

No sabría expresar la emoción que experimentó aquel niño de siete años al ver que podía miccionar sin necesidad de bajarse los calzoncillos. Bastaba con introducir su pequeña mano a través de la abertura practicada en aquel extraño parche para, tras unas hábiles maniobras, conseguir agarrar el pequeño aparato urinario y, una vez extraído (no sin algún que otro amago de estrangulamiento), mear con deleite.

La novedad de la “escotilla” en el calzoncillo pasó, y aquel niño, que iba avanzando con paso firme hacia la adolescencia, descubrió que lo más cómodo era no usar la “escotilla” y que la misión del pentágono no era otra que la de evitar que las gotitas rebeldes acabaran humedeciendo, además de la prenda íntima, los pantalones, generando las consiguientes burlas por parte de los compañeros de clase (aunque no lo parezca, yo también fui al colegio).

Muchas historias podría contar sobre mi relación con los slips (quizá no tantas, pero esto es lo que se suele decir cuando uno quiere dar importancia a las memeces que escribe) pero, para no aburriros más y dejar que compartáis vuestras experiencias con tan histórica prenda (¡recuperemos la memoria histórica del slip!) dejaré aquí mi exposición.

Menead los slips para que se oreen.

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