jueves, enero 27, 2005

Panfleto “informativo” sobre el referéndum de la Constitución Europea.

Ha llegado a mis manos un folleto de esos que se han editado para informarnos, de modo supuestamente aséptico (sin ánimo de dirigir nuestro voto al sí o al no), sobre el contenido del famoso Tratado de la Unión.

En el papelillo podemos encontrar cosas como estas:

Europa nos mira.
En este apartado se presume de lo importantes que somos los españoles por ser los primeros en convocar el referéndum. Entre otras cosas, se dice esta:

“[...]Ahora España ocupa un papel clave en Europa y lo demuestra al ser el primer país en celebrar un referéndum sobre el texto de la Constitución Europea [...]
Nuestro voto puede influir en la opinión pública de nuestros socios en la Unión. Los españoles queremos mandar un claro mensaje de europeísmo y situarnos en la vanguardia de la construcción europea."


Me da la impresión de que se alude al carácter gregario (sinónimo de borrego) de la población europea, de tal modo que, si en España aceptamos la constitución, el resto de los países la aceptarán más por mimetismo que por convicción. Yo creo que tienen razón al pensar así pero ¿por qué disfrazan el borreguismo con el bello traje del europeísmo? Nuestros políticos se empeñan en adularnos constantemente haciéndonos creer que estamos preparados para tomar cualquier tipo de decisión, que todos tenemos una preparación impresionante que nos permite ser capaces de tener un criterio claro sobre temas políticos, sociales, religiosos, científicos, éticos o de cualquier tipo y luego nos intentan llevar a su terreno utilizando razonamientos peregrinos, vacuos y absurdos ¿Será que realmente piensan que somos unos memos? Si es así, aciertan.

A España le va muy bien en Europa, que es el mayor espacio de democracia, libertad y respeto a los derechos humanos del mundo.
Me parece altamente palurdo eso de presumir de lo grandes que somos. En cualquier caso ¿qué tiene eso que ver con la constitución? Se supone que ese paraíso de libertad existe ya, sin tener la constitución aprobada. ¿Por qué no se habla de lo que aportará la constitución y no de cosas que ya tenemos?

Los españoles ganan con la Constitución Europea más democracia, más libertad y más solidaridad.
Parece que aquí sí se habla de lo que mejorará con la aprobación del Tratado de la Unión. De todos modos la pretendida asepsia del folleto no la veo por ninguna parte aunque reconozco que la única manera de ser imparcial en este tema sería distribuir el texto constitucional sin más (los panfletos sobraban si se trataba de no apoyar el sí), como se hizo hace unas semanas adjuntándolo a los periódicos dominicales. ¿Por qué se ha optado por la publicidad basada en caras conocidas y en panfletos de apoyo al sí? Yo diría que la razón de ello no es otra que el convencimiento de nuestros gobernantes de la imposibilidad de que la mayoría de los españoles leyera y entendiera el tostón constitucional. Y ¿si esto es así? ¿por qué se empeñan en que votemos algo que no tienen por qué someter a referéndum? No lo sé. ¿Tiene alguien la respuesta?

Seamos "octimistas". Cada vez somos más cultos.

Nuevamente contamos con una simpática historia de uno de los reporteros de Libertad-Diodenal. Reproduzco la crónica que envió a nuestra redacción para comenzar un debate sobre la incultura imperante en nuestra querida España (inclutura que no nos es ajena a algunos de los necios que escribimos aquí).

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Paso a narrar la bonita anécdota que he vivido hoy en el Autobús 47 de la EMT (Madrid).

Iba una madre acompañada de su hijo de unos 8 años aproximadamente. Este iba rellenando una especie de "librillo de vacaciones" en el que cada página hacía referencia a un tema: Matemáticas, Lengua, Geografía...

Al llegar a la sección de Geografía, aparecía el mapa de Andalucía con el nombre de las distintas provincias a las que les faltaba alguna letra (p.ej.: M_L_G , S_VI__A, ... ) Durante más de cinco minutos, la madre ha intentado que el hijo encajara 'Palma de Mallorca' en alguno de los huecos. Era hilarante...

A continuación pasó a la sección de 'Lengua', donde al pequeño le pedían escribir 'Antónimos'. La madre, a la pregunta del hijo ¿mamá qué son los antónimos? respondió: "aquellas palabras que se escriben igual pero tienen más de un 'sentío'". Un usuario del autobús ha sacado de la ignorancia al niño y le ha explicado el auténtico significado de la palabra antónimo. Pues bien, a la pregunta de cuál es el antónimo de PESIMISTA, la respuesta de la madre, fue OCTIMISTA, remarcando bien que la segunda letra era una 'C'.

Ante tal cúmulo de despropósitos, no me ha quedado más remedio que gritar a los cuatro vientos, ¡VIVA LA LOGSE!, ¡VIVA LA INCULTURA!, ¡VIVA EL FARY! y ¡VIVAN LOS HERMANOS TONETTI!

martes, enero 25, 2005

Los curas también pueden hablar de sexo

Una vez más estamos a vueltas con el rollo de la Iglesia Católica y los condones y, como suele ocurrir cada vez que algún miembro de la jerarquía eclesiástica osa hablar públicamente, la legión de los paladines de la libertad de expresión se apresura a decir eso de que “Los curas no deberían hablar de aquello que desconocen”, es decir, de sexo.

Ante semejante afirmación yo me pregunto cuál es la razón de que gente como usted y como yo podamos tener un “blog” como este y opinar en él sobre todo tipo de cosas de las que, sin duda, sabemos tan poco o menos que los curas sobre el sexo.

Yo no viví la Reconquista pero puedo documentarme sobre ella y acabar sabiendo sobre el tema mucho más que muchos que sí la vivieron. No es necesario que sea astronauta para poder conocer, incluso con gran detalle, todo lo que tiene que ver con las misiones espaciales. Tampoco necesito vivir un terremoto para saber que cierto tipo de construcciones pueden venirse abajo a partir de cierta intensidad de los temblores. Incluso me atrevo a decir que la ingesta de cocaína u otras drogas es perjudicial sin haber tenido que probar sus efectos en mi cuerpo. También podemos atrevernos a criticar ciertas actuaciones de nuestros políticos sin necesidad de haber cursado la carrera de Ciencias Políticas. Pues bien, si cualquier persona puede
documentarse sobre el tema que quiera y formar una opinión sobre el mismo, teniendo en cuenta que los miembros de la jerarquía eclesiástica son también personas, nada les impide documentarse y opinar sobre lo que estimen oportuno.

Si defendemos la libertad de expresión, defendámosla de verdad, dejemos que cada cual diga lo que estime oportuno. Me parece correcto criticar la postura de la Iglesia argumentando por qué nos parecen mal sus decisiones, lo que no me parece sensato es intentar deslegitimar una opinión alegando que quien la emite no tiene experiencia sobre el tema objeto de discusión. Si tal argumento fuese válido, sólo los expertos en cada materia tendrían derecho a opinar sobre ella y me temo que esa situación no es la deseable.

Yo quiero seguir pudiendo opinar sobre las misiones espaciales aunque no conozca sus detalles, y quiero poder hablar sobre la constitución europea aunque no la vaya a leer, y sobre Gran Hermano aunque no tenga intención de participar en ese concurso. También me gusta hablar de religión o de temas esotéricos o paranormales aunque nadie pueda demostrar nada en este terreno. ¿Quién ha decidido que por no tener habitualmente relaciones sexuales no se pueda tener conocimiento del tema?. La política me apasiona aunque jamás haya ostentado cargo político alguno. Hablemos, en fin, de lo que queramos. Yo sólo pondría una condición (que secundará quien quiera, por supuesto): dejemos siempre un pequeño margen para la duda, no nos creamos nunca en posesión de la verdad absoluta. Sólo así podremos seguir incrementando nuestro conocimiento.

¡Que siga el debate!

jueves, enero 20, 2005

El abrigo campana

Acabo de estar charlando con un amigo en el MSN y me ha contado una simpática anécdota que transcribo íntegramente (salvaguardando la identidad de los protagonistas).
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El otro día me puse un abrigo largo que he heredado de mi hermano mayor y, al rato de tenerlo puesto, recordé una maravillosa historia del mismo:

Acompañaba a mi hermano a una cita con el dentista, por la calle, después de comer, cuando éste empezó a peerse de forma desaforada. En menos de trescientos metros se pudo ventosear quince o veinte veces. El flatulento vestía el abrigo en cuestión; un abrigo largo y negro. Hacía bastante frío y lo llevaba abotonado de arriba debajo de modo que se asemejaba a una sotana. La intensidad flatulenta hacía que el abrigo se moviese de adelante hacia atrás como una campana aporreada por un badajo invisible.

Una vez liberado todo el gas que mi hermano acumulaba en su vientre, llegamos al dentista, donde la recepcionista nos indicó que aguardásemos en la salita de espera. Al llegar a la misma, el calor imperante en la sala hizo que mi hermano se quitase el abrigo... Lo que hizo que los efluvios de los pedos saliesen e invadieran la pequeña sala, lo que provocó que dos señoras de avanzada edad, se llevaran a la vez la mano a sus bocas y nariz, y dijeran: ¡¡ufffff!!

¡¡Fue genial !! No pude contener las risas y mi hermano totalmente avergonzado, con la cara como un tomate.

Fue una anéctoda divertida. Ahora, cada vez que me pongo ese abrigo y voy por la calle peyéndome tengo mucho cuidado de no quitármelo hasta que llego a casa.

Espero que la anécdota haya sido del agrado de los lectores.

miércoles, enero 12, 2005

Aprovechando la ociosidad

Como suele ocurrir con estas cosas de la web, todos empezamos con alegría a dar publicidad de nuestro sitio web pensando que siempre tendremos cosas que contar pero, finalmente, o no hay nada que decir o nos faltan ganas para hacerlo. Mi ociosidad laboral me conduce al aburrimiento y éste me espolea para hacer algo que no sea bostezar, así que me dispongo a deleitaros con mi plúmbea prosa durante un rato.

La verdad es que siempre hay algo de lo que hablar. Basta echar un vistazo a cualquier periódico o escuchar un poco la radio para poder lanzarse a hablar de aquello que los creadores de opinión han decidido que es de interés. Por supuesto ellos siempre dirán que es el pueblo, que son los ciudadanos (y ciudadanas, claro) los que están alarmados o interesados por tal o cual tema. A veces dicen que cuando pasean por la calle o se sientan en una cafetería oyen a la gente hablando de esas cosas. ¿de verdad tendrán tan buen oído como para atender y captar cualquier cosa que se hable a su alrededor? Yo, que soy un cotilla indomable, me siento incapaz de captar las cosas que inquietan a “la sociedad” (ese gran invento que nos sirve para que la culpa de nuestros males no la tenga nadie y la tengamos todos).

Siempre me he preguntado cómo es posible que los políticos gasten tanto tiempo, dinero y esfuerzos en hacer cosas totalmente inútiles y sin interés para la mayoría de sus amados conciudadanos y que nos convenzan de que semejantes paparruchas nos beneficiarán grandemente. ¿A quién le beneficia que el País Vasco se independice? ¿Quién, aparte de los descendientes de la familia real, se beneficiaría del fin de la ley sálica? ¿Para qué sirven las comisiones de investigación en las que las conclusiones están redactadas antes de que comiencen? ¿Por qué votamos la constitución europea y no nos dejan votar el código penal? ¿De qué sirve subir el sueldo mínimo si al instante suben los precios igual o más? ¿Por qué una película de Almodóvar es cultura y Gran Hermano es basura?

El que tenga la respuesta a mis dudas, que no dude en responder, y el que sólo quiera insultarme, también es libre de hacerlo (me encanta el debate acalorado).