Politiquillos estudiantiles
He leído la noticia de que el Sindicato de Estudiantes (supongo que los fondos que hacen sobrevivir a ese sindicato provienen, como es habitual, de los impuestos que con tanto gozo pagamos) ha convocado para noviembre una huelga general (debe de ser sólo de estudiantes aunque eso de “general” suene más amplio) para protestar contra la LOE. Además del paro de los institutos se convoca una “jornada de lucha” en las universidades. ¡Me encanta esta jerga revolucionaria!
Cuando yo iba al instituto y, después, a la universidad, también había “movilizaciones” (más bien parecían “pasivizaciones” porque casi todos nos quedábamos en casa en lugar de ir a escuchar las vaciedades grandilocuentes, de estilo zapateril, de nuestros “líderes” estudiantiles) para reclamar todo tipo de cosas que sólo unos pocos entendían pero que los demás, al más puro estilo borreguil, apoyábamos con nuestro voto favorable al paro.
En aquella época no entendía el sentido de una huelga en la que el que más perdía era el huelguista (dinero y clases) y en la que aquel contra el que se iba (el gobierno de turno) podía perder, como mucho, un poco de finura auditiva por tener que aguantar los gritos de los manifestantes.
Me parece estupendo que la gente se queje de aquello con lo que no está de acuerdo, pero para mandar una carta al ministro responsable, no hace falta dejar de asistir a clase, y para manifestarse por las calles tampoco es necesario dejar vacías las aulas todo el día.
Lo que a mí me parece es que en casi todos los ámbitos de la vida hay politiquillos que gozan viendo como la masa se mueve hacia dónde ellos apuntan (a veces con acierto) y lo que más les importa no es tanto conseguir un beneficio para sus supuestos defendidos (a veces sí) como ganar fama y seguidores para labrarse un futuro gozoso en el mundo de la política (y no en el de esos estudios que parecen importarles tanto).
Me gustaría que alguien hiciese un estudio (de esos con cuyos resultados rellenan el tiempo sobrante de los telediarios) para desvelar cuántos de nuestros diputados, senadores, alcaldes, concejales o incluso terroristas (hoy por hoy el terrorismo es una forma muy digna de hacer política) fueron en su juventud miembros de sindicatos estudiantiles, delegaciones de alumnos u organizaciones similares. Tal vez la vida política dio comienzo para muchos de ellos en las aulas.
¿Alguien sabe si el Cojo Mantecas tiene un escaño en el Congreso de los Diputados? Me inclino a pensar que en ERC le hicieron un hueco.