¿A qué se llama racismo?
Es probable que me repita al tratar este tema, pero como ya sabéis que el despiste y la necedad van de la mano en mi cabeza, seguro que toleraréis con buen talante mi chochez repetitiva.
Lo de tratar el tema del racismo viene a cuento porque no dejo de oír decir a la gente (en la calle, en la radio, en la tele, en los periódicos, etc.) que los españoles somos racistas (en general). Yo me niego a aceptar ese tipo de generalizaciones tan necias como esas otras en las que los típicos “machitos” hacen gala de sus grandes conocimientos en tema de mujeres categorizando que “las españolas” son de tal modo y “las suecas” de tal otro. ¡Necedades!
Sé que nuestra gran limitación en cuanto a la comprensión de la realidad nos induce habitualmente a simplificar haciendo uso de la generalización, pero el problema no es que generalicemos sino que, en muchos casos, hay gente que no se da cuenta de que la generalización es eso, una simplificación, y dan por hecho que tales afirmaciones generalistas son una realidad absoluta.
Es probable que alguien, tras ser atracado por un rumano (pongamos por caso), suelte un exabrupto catalogando de ladrones a todos los rumanos, pero eso no implica racismo alguno en esa persona. Eso es, sencillamente, la expresión de su rabia por haber sido objeto de un robo. También tras pisar un excremento perruno en la calle la gente suele lanzar alguna exclamación contra la especie canina y, sobre todo, contra los dueños de perros, pero eso no implica ningún odio generalizado hacia ambos grupos (de animales y personas).
El exceso de inmigración ilegal suele traer como consecuencia un incremento del índice de delincuencia (lo que no impide que los de aquí sigan delinquiendo también). Está claro que inmigración no es equivalente a delincuencia, pero no es menos cierto que inmigración ilegal favorece el incremento de los actos delictivos (no todos los ilegales son delincuentes, eso está claro, pero muchos de los delincuentes sí son ilegales).
Si hay una reyerta protagonizada por alguno de esos grupos importados de América que son los Ñetas, los Latin King y los Dominican Don’t Play, lo más normal será que la policía busque a los delincuentes entre los grupos de Ecuatorianos, dominicanos, etc. que son los que, en mayor medida, se “alistan” en esas bandas. ¿Es eso racismo? Yo diría que no.
Si sabemos que muchos mullah’s, imanes, o cómo quiera que se llamen, del mundo islámico no hacen otra cosa que llamar a sus fieles a la jihad para acabar con los infieles de occidente, poner más atención a los viajeros de origen árabe en los aeropuertos no me parece un acto de racismo sino de sentido común.
Si en un bloque de vecinos conviven gitanos y no-gitanos y la familia gitana utiliza el descansillo como trastero y el patio del bloque como sala de estar a la que llevan dos o tres sofás para sentarse al caer la tarde a charlar y cantar, probablemente el resto de los vecinos se sentirá molesto con esa familia. Pero el problema no lo tendrán con ellos por ser gitanos sino por ser unos maleducados que no saben (o no quieren) convivir en un bloque de vecinos.
Si hay un asesinato y algún testigo del hecho afirma que el que disparó era calvo, la policía buscará entre la población de calvos y no entre la de personas con alta densidad capilar ¿Eso también es racismo? ¿Tenemos que ofendernos los calvos porque se busque a un calvo asesino? Al contrario, debemos sentirnos felices de que, por lo menos, se cuenta con alguna pista con la que comenzar la búsqueda del asesino.
En definitiva, sabemos que no todos los hispanoamericanos son delincuentes y que sólo algunos musulmanes son capaces de actos terroristas terribles. También somos conscientes de que hay gitanos que saben convivir en paz y armonía con otros que no lo son, pero, hoy por hoy, es más probable que un Latin-King peligroso sea americano que español, es más habitual que un “jihadista” sea un musulmán árabe que un occidental ajeno al Islam y lo típico es que el sofá del patio lo haya puesto la familia gitana del tercero y no el tipo de Albacete que vive en el primero (aunque todo puede ocurrir, por supuesto).
Y tras estas palabras que me valdrán para ser catalogado como un racista irredento, sólo quiero decir que jamás catalogaré a la gente por su procedencia sino por sus actos y que nada me impedirá seguir cultivando la amistad de todas las personas, procedan de dónde procedan, con las que tenga el gusto de tratar a lo largo de mi vida.
17 Comentaios:
Epaminondas es un negrito, hijo de una mujer negra tan pobre que, como no podía dar a su hijo más que el nombre, le puso el más largo que encontró en el santoral.
La madrina es otra negra, algo menos pobre que la madre; quiere mucho al negrito y le dice que vaya a visitarla con frecuencia para, con ese pretexto, hacerles algún regalillo.
Un buen día regala al negrito un riquísimo bizcocho, y le advierte:
-Llévalo bien sujeto para que no se te pierda.
-Bien, madrina –contesta muy contento Epaminondas.
Y tanto y tanto aprieta la mano durante el camino que, cuando va a entregar el regalo a su madre, sólo lleva unas pocas migas.
-¿Qué me traes, Epaminondas?
-Un bizcocho, madre.
-¡Un bizcocho! ¡Válgale Dios! Pero, ¿qué manera tienes de llevar un bizcocho? ¿Quieres saber cómo se lleva? Lo envuelves muy bien en un papel de seda y después lo colocas en el ala del sombrero; te lo pones, y, muy despacito y derecho, para que no se te caiga, vienes tranquilamente a casa. ¿Has comprendido?
-Sí, madre.
A los pocos días vuelve a casa de su madrina, que ahora le regala un buen pedazo de mantequilla para el desayuno del día siguiente.
Epaminondas coge la mantequilla y la envuelve con mucho cuidado en un papel de seda y la coloca sobre el ala del sombrerón de paja; se lo pone en la cabeza y echa a andar muy despacio, y muy derecho, para su casa. Es un hermoso y caliente día del verano; el sol derrite la mantequilla, que va cayendo en pringosos goterones por la cabeza y cuello del negrito.
Y cuando Epaminondas llega a su casa y quiere entregar a su madre la mantequilla ya no queda nada y el cuello y la espalda del niño parecen untadas de tocino.
La madre se lleva las manos a la cabeza al verle en este estado.
-¡Dios mío! ¿Pero cómo se te ha ocurrido traer así la mantequilla? Para conservarla bien debiste envolverla en hojas muy frescas y a lo largo del camino ir refrescándola en todas las fuentes que encontrases. Sólo así hubiera llegado a casa en buenas condiciones. ¿Lo has entendido?
-Sí, madre.
Y a la vez siguiente la madrina regala a Epaminondas un lindo perrillo. El negrito no lo piensa más; lo envuelve en grandes hojas de parra bien frescas, y por el camino lo va metiendo en todos los arroyuelos que encuentra, de manera que cuando llega a su casa el infeliz perrillo está casi muerto de frío y tiembla como la hoja en el árbol.
-¡Dios me valga! –exclama la madre-. ¿Qué traes aquí Epaminondas, hijo?
-Un perrillo, madre.
-¿Esto es un perrillo? ¿Y es así como lo tratas? Un perrillo se lleva con una cuerda atada al cuello, y tirando de él con cuidadito para que el animal ande. ¿Has entendido?
-Sí, madre.
Y cuando vuelve a casa de la madrina, la buena mujer le regala un sabroso pan, recién sacado del horno, crujiente y doradito.
Epaminondas le ata una cuerda, lo pone en el suelo y vuelve a casa tirando de él, como le había dicho su madre que tenía que hacer con el perrito.
-¡Dios mío! –grita la madre-. ¿Qué me traes aquí, Epaminondas?
-Un pan que me ha regalado la madrina –contesta el niño orgulloso.
-¡Epaminondas, hijo, serás mi perdición! No volverás a casa de tu madrina ni te explicaré ya nada. Seré yo la que vaya a todas partes.
Al día siguiente la madre del negrito se prepara para ir a casa de la madrina y antes advierte al hijo:
-Epaminondas, hijo, ya has visto que acabo de hacer una hornada de seis pasteles y los he puesto sobre una tabla, delante de la puerta, para que se enfríen. Vigila que no se los coma el gato, y, si tienes que salir, mira bien cómo pisas por encima de ellos con cuidado.
-Sí, madre.
La madre se va y el negrito mira cómo se enfrían los pasteles y, como quiere salir, “mira bien exactamente cómo pisa encima de ellos” –uno, dos, tres, cuatro, cinco- y va poniendo los pies sobre cada pastel, convirtiéndoles en una confusa pasta.
La madre llega a poco... y nadie sabe todavía lo que allí pasó, pero el caso es que Epaminondas no podía sentarse al día siguiente.
Me encanta ver que seguimos con la filosofía diodenal de hablar de lo que nos dé la gana, tenga o no tenga que ver con el tema de cabecera.
He encontrado este sitio en el que aparece la misma historia que nuestro simpático colaborador a traído hasta nosotros. Al parecer es un cuento que proviene de Guinea Ecuatorial.
Si alguien sabe qué enseñanza encierra esta historia, a ver si es tan amable de explicárnosla a los lerdos que no vemos al cuento ni pies ni cabeza.
Epaminondas es un pobre necio que se limitaba a hacer caso a su necia mamá.
Por cierto, he encontrado una página web apasionante.
http://members.surfeu.fi/kklaine/primebear.html
Epaminondas, debo reconocer que es insuperable tu capacidad para mostrarnos cosas desconcertantes.
¿Qué representan esos números que caga el osito cagador? ¿Qué efecto tiene nuestra visita a esa página sobre las cifras espelidas analmente por ese esquemático animal?
Mi osito ha llegado a deponer un 2027. ¿Tiene esa cifra algún significado esotérico?
Meteorismo, si sabe un poco de inglés, verá que se trata de un oso que caga números primos.
Y ahora me pregunto yo, ¿saben ustedes algo del Patito Fito? ¿Recuerdan a los payasos de la tele aquello de "Ya llegó, ya llegó, ya llegó el Patito Fito" ?
Dinamita, dividirnos por tipo de culturas es una necedad. La in-cultura nos acoge a todos.
¡VIVA EL PRODUCTO NACIONAL (BRUTO)!
¡VIVA EL JAMÓN DE PATA NEGRA!
¡VIVA LUCÍA LAPIDRA!
¡VIVA CELIA BLANCO!
Epaminondas, cuando presencio una deposición (real o ficticia) mi capacidad para interiorizar otras cosas queda tan reducida que no me di cuenta de lo de “prime number” que precedía a “shitting bear”.
Veo que Dinamita Mojada ya ha cogido confianza y se atreve a explayarse ampliamente. Sigue así.
Es probable que, como dices, Dinamita, el racismo suela manifestarse por parte de un grupo dominante, socialmente hablando, sobre otro menos poderoso, pero la realidad suele ser mucho más compleja y casi siempre podemos encontrar contraejemplos que tiren por tierra nuestras bonitas tesis generalistas. Me da la impresión de que en muchas ocasiones eso que se llama racismo no es otra cosa que el odio que el grupo social menos favorecido inculca desde la niñez a sus miembros para que sepan quien es, según ellos, el culpable de todos sus males. En el caso de los Mullahs musulmanes (de algunos, no de todos) los malos son los judíos y los norteamericanos. En el caso de los gitanos españoles (de algunos, no de todos), los malos son los payos. También hay negros en USA que culpan de todos sus males a sus compatriotas blancos.
Al escribir las necedades previas me he dado cuenta de que se llama racismo a cosas que no tienen nada que ver con la raza, de hecho no sé qué tiene que ver ser judío o no ser lo con ser de una raza o de otra (yo diría que hay judíos, blancos, negros, caucásicos, orientales, etc.). Tampoco tengo claro que los gitanos sean de una raza especial ni que los hutu tengan grandes diferencias biológicas con los tutsi.
Me parece a mí que solemos confundir cultura, casta u otras cosas con raza, pero esto no es más que otro detalle que corrobora que somos muy necios y, ya que somos todos tan necios ¿por qué, como dice Jajaja, no tomamos conciencia de nuestra estulticia y caminamos juntos por la vida sabedores de la gran incultura que nos une?
Picking one's nose and eating it might be healthy healthy
Mucophagy (literally mucus-eating, also referred as picking one's nose and eating it) is the consumption of the nasal mucus, boogers, and other detritus obtained from nose-picking.
Some research suggests that mucophagy may be a natural and even healthy activity, which exposes the digestive system to bacteria accumulated in the mucus, thereby helping to strengthen the immune system.
La inmigración ilegal no genera delincuencia, lo hace la desigualdad.
Mi querido "Anonymus":
Mi capacidad adquisitiva es desigual a la de muchos conciudadanos que viven en La Moraleja y, hasta ahora, no he sentido tentaciones de asaltar sus viviendas o de arremeter contra ellos de cualquier otro modo.
No creo, por tanto, que la desigualdad, así, sin más, sea la raíz de la delincuencia. La pobreza extrema, la que provoca hambre, esa sí pudiera ser el origen de algún tipo de violencia.
La inmigración ilegal genera situaciones en las que los inmigrantes se ven obligados a hacer lo que sea (incluso delinquir) para poder sobrevivir. Pero también habrá (supongo yo) quien, conociendo lo bien que se trata en España a los delincuentes, opte por venir a este paraíso del maleante para hacer su agosto cometiendo cuantos atropellos a la legalidad se le ocurran.
Cierto tipo de desigualdades pueden generar delincuencia, pero como los inmigrantes ilegales, por definición, llegan sin recurso alguno, su desigualdad con la mayoría de los que aquí vivimos es absoluta y, por tanto, la delincuencia será una de las vías de “solución” de sus problemas.
No, tú no tienes necesidad de ir a robar a La Moraleja. Tus padres te han dado todo lo que necesitabas, como a su vez tus abuelos lo hicieron con tus padres. Quizás cuando nos remontamos a nuestros abuelos podamos encontrar casos similares a los que están ocurriendo hoy en día. Pero claro, los emigrantes españoles iban a trabajar, no a delinquir.
Los señores (que raro suena llamar a un inmigrante señor) que se atreven a montarse en una barquichuela y dejar todo atrás, lo único que les preocupa es salir de la situación en la que se encuentran: pobreza y/o guerras.
Pero no, parece ser que se dedican a ver la tele donde un amable y sonriente presidente de una país que no conocen les está animando a venir.
¿Sería mejor que vieran a un desagradable presidente que les gritara: Por favor señores, mueranse en su país, no nos ensucien nuestras ciudades con su presencia ?
En toda esta historia los delincuentes son, por un lado las mafias, buitres capaces de aprovecharse de la desgracia y miseria de los demás; y por otro, los dirigentes políticos. ¿Por qué en estos países no se derrocan regímenes a bombazos? ¿Acaso no han asesinado y masacrado tanto o más que Sadam?
Podrá parecer demagógico, pero a mi no me preocupan los que vienen, me preocupan los que se quedan.
Tienes razón, yo siempre he tenido más de lo que he necesitado (sin llegar a los extremos a los que, probablemente, llegue la dulce Doña Leonor). Jamás he pasado hambre, he podido ir al colegio, al instituto y a la universidad (a pesar de lo cual sigo siendo uno de los necios más grandes que existen).
No sé si nuestros antepasados emigrantes delinquieron o no en sus países de acogida, supongo que habría de todo igual que hay de todo en los que vienen a España.
Estoy absolutamente de acuerdo contigo en que el problema de todo esto radica en los desgraciados que se forran aprovechándose de la miseria humana. De todos modos me da la impresión de que no todos los que vienen aquí son pobres de solemnidad en sus países de origen. Hay muchos que huyen del hambre o de las guerras, como tú apuntas, pero también los habrá que vengan pensando que esto es jauja y que aquí se atan los perros con longanizas y, al llegar y comprobar que las cosas no son así, que hay que trabajar para poder comer cada día, es probable que alguno que otro se apunte al chollo de la delincuencia (para los delincuentes sí que parece Jauja nuestra querida España).
Sobre lo de derrocar a gobernantes putrefactos, la verdad es que a mí me encantaría que se hiciera, pero reconozco que, al igual que quitar de en medio a Sadam ha generado demasiados problemas, liberar a ciertos países de sus buitres mandatarios, tampoco sería tan sencillo. Además ¿Quién lo tendría que hacer? ¿El malvado Mr. Danger? Parece que los radicales islámicos (que son cada vez más) nos han convencido a todos de que los culpables de todo lo malo que ocurre en el mundo son aquellos “degenerados” norteamericanos, pero al final siempre tienen que ser los que nos saquen las castañas del fuego.
Agradezco a Tarzanete ese aviso y le insto a encabezar una cuestación social para recaudar fondos para regalarme, por ejemplo, una de las estatuas del Generalísimo que nuestros gobernantes han retirado del lugar en el que estaban.
Esijo saver cuando es el cumple de Meteorismo
Dinamita, es un poco egoísta pensar sólo en nuestros nietos. El que nosotros sigamos teniendo nuestro bienestar asegurado siempre va a ser a costa de que otros no progresen.
Meteorismo, lo de que siempre son los mismos los que nos tienen que sacar las castañas del fuego, sólo se cumple si interesa al castañero. Hasta hace muy poco ETA era considerada en Estados Unidos un grupo independentista (bueno también Aznar les llamó así alguna vez).
Meteorismo, radicales islámicos cada vez hay más por desgracia, al igual que ocurre con el resto de confesiones (incluyo el capitalismo).
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