La noche de Carrillo y del Caudillo

Anoche, día 16 de marzo de 2005 será una fecha para el recuerdo porque en ella coincidieron dos grandes acontecimientos: Santiago Carrillo cumplió noventa años y la ¿última? estatua madrileña del Caudillo fue retirada.

Así, al pronto, yo pensé que se llevaban a nuestro Caudillo ecuestre para envolverlo y ofrecérselo a don Santiago como regalo de cumpleaños. Ya que nuestro luchador por las libertades (Carrillo) no pudo con él mientras el Generalísimo vivió, pensé que ZP podría haber querido mostrar su poder omnímodo entregando a nuestro egregio comunista (¿o es socialista ahora?) la presa que él ha podido cobrarse con las solas fuerzas de los votos y del diálogo.

Otra posible explicación para la retirada de Don Francisco pudiera haber sido la de la necesidad de entrenamiento de los costaleros de alguna de las múltiples cofradías de Semana Santa que pueblan la Villa y Corte de Madrid. Tal es la afición al “cofradismo” que está despertando en estos últimos tiempos (cosa que contrasta con el incremento del laicismo militante de nuestra sociedad) que el entrenamiento hay que hacerlo con cualquier cosa pesada porque no hay suficientes “Pasos” para que todos (y todas) puedan templar sus músculos bajo el tonelaje de las pesadas escenas evangélicas. Imagino a los cofrades de Jesús del Gran Poder (que no es Polanco aunque algunos también lo apoden de ese modo) paseando al Caudillo por las calles de Madrid para fortalecer sus piernas y espaldas.

En fin, sea cual sea la causa real de la retirada nocturna del Generalísimo, lo que queda fuera de toda duda es la tremenda palurdez de algunas personas que decidieron despedir al caballero Don Francisco Franco cantando el “Cara al sol” con los brazos en alto (¡pero si era de noche! ¡qué cara al sol ni qué niño muerto!). Pero no menos estúpida resultó la actitud de algunos de los amiguitos de don Santiago Carrillo que se escabulleron de la fiesta de cumpleaños del nonagenario para ir a solazarse con el espectáculo de la estatua suspendida en el aire (¡abandonar así a don Santiago no tiene perdón!). Imagen esa de alto contenido místico para quienes tenemos al Caudillo como referente moral de nuestras vidas.