¿Por qué viaja la gente?

La visión de cientos de miles de personas movilizadas para salir de Madrid lo antes posible para “aprovechar” al máximo los cuatro días de asueto que en esta comunidad hemos tenido es algo que me ha hecho preguntarme por la razón que mueve a la gente a cambiar de ubicación para, finalmente, hacer lo mismo que hubiesen hecho en su localidad.

¿Merece la pena desplazarse unos cientos de kilómetros (con los pertinentes atascos) para tomar el sol en la playa? Yo creo que no, de hecho se puede uno broncear muy bien en cualquier parque. La playa no es necesaria para adquirir un bello color marronáceo (yo consigo un tono envidiable pedaleando en mi bicicleta).

Si lo que se quiere es gozar de la “marcha” nocturna, tampoco entiendo la necesidad de ir a buscarla tan lejos de casa cuando, con gran probabilidad, bajo nuestro hogar habrá algún chiringuito animado (tan animado que seguramente hayamos llamado a la policía en alguna ocasión para que lo cierren).

Hay quien va de viaje buscando conocer nuevos sitios para aumentar su cultura, pero luego, cuando preguntamos sobre las trascendentales vivencias del periplo, sólo nos cuentan lo bien que comieron y lo bonitos que eran los jaboncitos y “champuses” del hotel.

En ocasiones se justifica un viaje con el razonamiento de la necesidad de descanso, y yo me pregunto: ¿qué descanso supone meterse una paliza de cuatrocientos Kilómetros en ocho horas (los tapones no son muy relajantes que digamos)?

Cada vez que termina uno de estos puentes vacacionales, me siento más feliz de ser un ser extraño al que no le emociona viajar y que se entretiene con cosas tan simples como el cagar (perdón por la expresión, pero es que deponer es un placer).

Insto a los colaboradores de Libertad-Diodenal a debatir sobre este tema carente de interés.

¿Alguien sabe si a Doña Carmen Polo de Franco le gustaba viajar en el Rolls del Caudillo cada fin de semana? (confío en que nuestro reportero de temas caudillistas nos ilustre al respecto).